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martes, 9 de marzo de 2010

Fue sin querer queriendo...

A Miguel Hernández, comentarista de arte de Bonao, compañero inseparable de Tony Brito, le suceden tantas cosas, que con sus anécdotas se pudiera escribir un libro.
En una feria de automóviles que se celebraba en Bonao, como parte de los atractivos de la misma, se incluyó a una masajista que estaba haciendo una demostración de los beneficios que producen los masajes en el ser humano.
Después de hacer una introducción a los presentes, la masajista preguntó:
-Quién desea que hagamos una demostración, dándole un masaje?.
Miguel, ni tonto ni perezoso, levantó la mano.
-Pues quítese la ropa, y acuéstese en la camilla boca abajo- le ordenó la masajista, a lo que Miguel accedió gustosamente.
De inmediato procedió a darle masajes por la espalda, mientras daba explicaciones a los presentes.
-Se siente bien?- le preguntó la masajista a Miguel.
-Si, me siento bien- respondió.
-Pues ahora dése la vuelta, y póngase boca arriba- ordenó la profesional.
Cuando Miguel dio la vuelta, !oh sorpresa… la excitación del masaje lo había traicionado, y estaba como Radio Guarachita, con ‘’su antena polidireccional de 360 grados transmitiendo para los 4 puntos cardinales” como decía Bernardo Palau Pichardo.
Entre los presentes se escuchó de inmediato un ”ji ji ji” y ”un cui cui cui” de la gente riéndose al ver aquello, con lo cual la masajista cayó en cuenta de que se le había dañado la demostración, y en un arranque de cólera le dijo a Miguel:
-Mire, viejito sinverguenza, póngase su ropa y váyase!
A Miguel no le quedó más remedio que salir en calzoncillos ”escurridito”, tratando en el trayecto de ponerse la camisa y los calzones, bajo la risa de la gente, con su ”antena polidireccional de 360 grados”.

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